MADERA DE BAMBÚ

“No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego no te quemarás ni te abrasarán las llamas.” Isaias 43:1-2 NVI


En cierta oportunidad participé de una muestra de utensilios de cocina. En ella hubo un elemento particular que llamó mi atención: la tabla de cortar. El promotor empezó a hablar de los beneficios de esta tabla hecha de madera de bambú, realizó con una cuchilla múltiples cortes de alimentos sobre ella y luego procedió a explicarnos: “el bambú es lo suficientemente denso para resistir el corte de cuchillo por lo que si bien pueden observarse marcas del cuchillo, éstas no calaron la madera, son superficiales y, al resistir de manera natural la penetración del agua, evita que se acumulen las bacterias” Simplemente permanecí viendo esa tabla mientras él continuaba con su exposición. Pensaba en mi vieja tabla de cortar: ajada, llena de “cicatrices” de cocina y, seguramente, llena de bacterias entre medio de los cortes. 

Me pregunté: ¿Qué madera soy? Acaso soy de esa que soporta los cortes del cuchillo y aunque lleva marcas en el exterior ninguna logró penetrar ni calar, esa que no guarda entre corte y corte bacterias que contaminen e intoxiquen. O sería la que en el transcurso del tiempo y las experiencias estaba llena de cortes y surcos, contaminados y envenenado las nuevas experiencias de cocina. 

Se trata de la naturaleza. Cristo en nosotros es un cambio de naturaleza, pasar de ser una madera a la otra. 

Hoy te pregunto ¿Qué madera sos? Tal vez te identificas con la tabla por la que han pasado muchos “cuchillos”  provocando cortes profundos de decepción, fracaso, tristeza o temores en el interior, tal vez has pasado experiencias dolorosas en tu vida que han calado tu fe, tu seguridad y tu gozo. Pero quiero darte una noticia, existe otra naturaleza en la cual, _bajo las mismas condiciones_, tiene efectos diferentes. La vida con Cristo no significa que no transitaremos dificultades, significa que bajo las mismas dificultades, estamos hechos de un material diferente: tal vez con algunas marcas exteriores pero con un interior integro y sin heridas, con un interior sano sin contaminación.

Te invito a VIVIR esa naturaleza a la cual fuiste llamado, esa en la que las circunstancias externas no cambian tu esencia, esa que te permite permanecer integro (entero!) hasta el final.


ORAMOS: Papá de las luces. Gracias por tu maravillosa presencia, gracias por intervenir en mi vida y redimirme, porque sin importar lo que atravesé o lo que aún deba atravesar, tu presencia conmigo es mi esperanza de gloria. Declaro sobre mi que estoy hecho de *material Cristo,* integro y sano pese a cualquier condición que experimente. En el nombre de Jesús, amén.

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