*LA DUDA*.*

“En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago.  Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados.—¡Es un fantasma! —gritaron de miedo. Pero Jesús les dijo en seguida: —¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo. —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús.

Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero, al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó:—¡Señor, sálvame! En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió:—¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” Mateo 14:25-31 NVI


La escena no podía ser más intensa: los discípulos en su barca, el mar agitado en olas enormes con viento contrario, Jesús caminando sobre el mar y el miedo rondando el lugar. 

Pedro, el atrevido, confronta a Jesús y lo desafía: “Señor, si eres tú mándame que vaya a ti sobre el agua” imagino a Jesús que lejos de sentirse desafiado es atraído por las palabras de Pedro, porque si hay algo que le conmueve más que la obediencia es la osadía a ir por más y ejecutar ese poder que nos fue por él depositado. Volviendo a la escena, Jesús le responde “Ven”, Oh que palabra tan llena de expectativa. En mi mente se traduce como “Si Pedro! Es por ahí… ese es el camino, desafíame, pruébame, arriésgate, inténtalo… porque no tienes espíritu de cobardía, para estar acurrucado en el barco, sino de poder, para caminar en el agua. Sí Pedro, Ven!”

Mientras Pedro camina sobre el agua aparece el enemigo: La Duda. Pedro sintió el viento y… dudó. Pero la verdad es que el viento nunca se había detenido, nunca en toda la escena menciona que el viento haya parado de azotarlos, entonces ¿Qué hizo que el viento, para la percepción de Pedro, desapareciera y luego volviera a aparecer? 

La duda es literalmente “duplicar, dos caminos, dos veces”. Mientras Pedro fijó sus ojos en Jesús toda la adversidad desapareció, solo estaban ellos. Pero cuando Pedro miró la adversidad hubo una bifurcación, el camino se duplicó y él se encontró en la encrucijada. Podría caminar en el agua o ser tragado por ella, podría gobernar sobre la adversidad o ser gobernado por ella.

Hoy tenés la oportunidad de ejecutar ese poder que fue depositado en vos con un triunfo asegurado, sólo queda saber donde estará depositada tu mirada. Si el camino será uno solo o abrirás la posibilidad a que aparezcan dos. Si tu confianza será segura o abrirás la posibilidad a que la adversidad gobierne sobre vos. Hoy tenés la posibilidad que conmover a Jesús con tu osadía, y su respuesta sonriente sigue siendo “Ven!”


ORAMOS: Papá de las luces, hoy quiero arriesgarme a salir del barco del miedo y la inseguridad para ejecutar ese poder que pusiste en mi, el que me hace gobernar sobre la adversidad. Me levanto contra la duda, que abre la posibilidad al fracaso y fijo mi mirada en vos, en el nombre de Jesús, Amén.

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