Enredados

 “Ningún soldado en servicio activo se enreda en los negocios de la vida diaria, a fin de poder agradar al que lo reclutó como soldado.” 2 Timoteo 2:4 LBLA_


Un soldado en la primera línea de batalla se encuentra en una tensión expectante. 

Esperando un ataque para desplegar su defensa o atento al momento justo para accionar su ofensiva e inhabilitar a su enemigo.

Todos sus sentidos están dispuestos en la batalla, no hay nada más importante, su vida y la de generaciones dependen de sus desiciones en los próximos minutos. La mente del soldado está depositada en ese campo, en las técnicas de combate, en su arma y, claro está, en el enemigo que tiene en frente. 

No podríamos imaginarnos al soldado, distraído en una maratón de Netflix viendo la serie de moda. Tampoco sería lógico imaginarlo perdido en publicaciones de Instagram donde lo único que está en acción es el dedo indice deslizándose en una pantalla. De hecho es bastante poco probable imaginar al soldado averiguando a cuánto está el cambio del dólar, o dónde serán sus próximas vacaciones y cuántas horas deberá trabajar para obtenerlas. 

En caso de existir esta escena del soldado enredado en distracciones, probablemente el acto seguido sería acabar tirado en el piso al ser alcanzado por el arma mortal de su enemigo. 

Vos estás en una batalla, pero no contra personas sino contra huestes espirituales de maldad. No se cual sea el nombre de tu enemigo: depresión, miedo, enojo, rebeldía, incredulidad o cualquier otro. Lo que si se es que el enredarte en distracciones puede terminar en tu destrucción. 

Te animo a que tus sentidos, tu mente y corazón estén atentos al campo de batalla, este es el tiempo de enfrentar a tu enemigo y vencerlo. No te enredes en lo que se desvanece, enfócate en lo que permanece.


ORAMOS: Papá de las luces, no quiero estar distraído, enredado, que las cosas pasajeras se roben mi tiempo, energía y propósito. Hoy me enfoco en mi batalla, identifico a mi enemigo, levanto muros de defensa en su contra y emprendo el ataque en el nombre de Jesús, amén.


Pra. Yanina Chialva

Comentarios